Paisaje sonoro del tradicional barrio San Victorino, localidad de Santa Fe en la ciudad de Bogotá. Registro sonoro realizado entre diciembre de 2018 – febrero 2019. El registro se realizó con equipo low- tech.
Dirigido por Mario H. Valencia y desarrollado por el Laboratorio SENSOR por cinco años, Tele-Espacios (TEA) ha traído al Festival Internacional de la Imagen una serie de Conversatorios, presentaciones, conciertos y obras artísticas que exploran distintas dimensiones de la telepresencia. TEA plantea la producción y realización de un grupo de performances telemáticos en el que ensembles de participantes distribuidos en diversos lugares geográficos, aportan, plantean y desarrollan obras telemáticas colaborativas. Cada obra aparte de elementos de interacción en vivo, consta de una parte sonoro-musical de otra visual con manipulación de vídeo en vivo, una más de expresiones corporales y una última tecnológica que aborda temáticas desde el computer visión y uso de sensores hasta el BCI que se integran con las propuestas artísticas y estéticas de cada obra. Para este año TEA VI propone la realización de 4 obras telemáticas en formato de performances audiovisual y una instalación interactiva donde se exploran campos como el documental expandido, el live performance, Interface Cerebro - Ordenador para la Representación Sonora, las interfaces sociales e interfaces telemáticas para la expresión audio-visual.
Una Orquesta Robótica Disfuncional, una orquesta con extraños Instrumentos con defectos, mutaciones genéticas y comportamientos erráticos. Phobos representa una crítica de la superposición tecnológica sobre humanos pensamiento, la función del trabajo y las formas modernas de esclavitud, así como una retrospectiva histórica de los diversos intentos de liberación humana a través de Las máquinas, sus utopías tecnológicas, los avances y retrocesos de las libertades. Su nombre proviene de la mitología griega, donde Fobos es la encarnación de miedo, y también es el nombre de la luna más grande de Marte, condenada a desaparecer Debido a la proximidad de su órbita al planeta.
Una pieza de CLOrk, miembro de Kasey Pocius. CLOrk ha colaborado con bailarines, solistas, VJ’s, artistas audiovisuales, programadores en vivo, así como con orquestas sinfónicas, de cámara, de jazz y portátiles. Entre los colaboradores notables se incluyen Ariane Moffatt, Andrea Young, Amanda Christie y No Complaints. CLOrk ha actuado en la conferencia TENOR, el festival Akousma, el MAC (Musée d’art contemporain) entre otros. Concordia Laptop Orchestra (CLOrk, 2010) es uno de los conjuntos electroacústicos más grandes y prolíficos del mundo.
Justo después del Big Bang, el universo estaba completamente sin forma, lleno de materia y energía, pero nacieron irregularidades, que se convirtieron en átomos, soles y planetas. Dentro de la sopa primitiva en la Tierra, moléculas indistintas comenzaron a agruparse como bacterias, para convertirse en vida, animales, humanos. La tempestad recrea el sonido y la furia de estas vorágines originales. Dentro de la cual busca el origen de la forma, busca otras formas. Este Performance asocia los instrumentos analógicos de Franck Vigroux con los algoritmos visuales de Antoine Schmitt, para crear un sistema real de universos de Caos puro, que se puede ver y escuchar en los movimientos de millones de partículas. A través del rugido del aire, los interprétes manipulan las fuerzas internas de este caos, para dar a luz formas de audio y visuales que se desarrollan a tiempo, con más o menos estabilidad, más o menos evidencia.
En nuestra sociedad de hoy, en la cual comunicación e imagen son omnipresentes, los algoritmos de reconocimiento facial están en todos lados. Redes sociales, buscadores de internet, sistemas de vigilancia, hasta nuestros propios teléfonos están siguiendo y marcando nuestro rostro. Nuestra cara, la parte más expresiva de nuestra personalidad, se ha convertido en utilidad de marketing, estadística y control policiaco. Además de esto, la sobresaturación de rostros en las redes los han convertido en máscaras, en ficciones narcisistas. Esta dualidad entre el rostro-expresivo y rostro-deshumanizado es la base de « The Love Letters ? ». ¿Qué tan trascendental puede resultar la comunicación entre dos caras a través de una interface digital? ¿Qué palabras de amor pueden resultar de algoritmos computacionales? Dos personas sentadas frente a frente delante de sus ordenadores. Cada movimiento y gesto facial es detectado por el sistema y convertido en señal de control. Un parpadeo, una mirada, un movimiento, una mueca, generan imágenes, sonidos y textos. La emociones proyectadas por las caras contrastan con todo aquello que puedan generar las máquinas. ¿Qué podemos comprender de esta comunicación multi-estratificada?
Una de las más prestigiosas intérpretes del piano en la actualidad, y también una de las más peculiares. Como pianista, Tomoko es aclamada por sus vívidas interpretaciones de composiciones tanto históricas como modernas. Ha tocado con muchas prestigiosas orquestas y ensambles en el mundo, incluyendo Ensemble Modern (Frankfurt, Alemania), London Sinfonietta (Londres, Reino Unido), Ensemble Intercontemporain (París, Francia), Royal Concertgebouw Orchestra (Ámsterdam, Países Bajos). El enfoque único de Tomoko hacia el piano ha inspirado a varios compositores, como a Louis Andriessen, a escribir obras para ella. Desde hace dos décadas se desenvuelve también como artista visual, lo que la ha llevado a repensar el espacio de concierto como escenario de instalaciones y performances, en las que se combinan la música con la danza contemporánea, la moda y el arte visual.
Julio Victoria y Daniel Iregui presentan VAPOR, un show immersivo que combina las composiciones de house y tecno de Victoria con proyecciones de luz que Iregui crea para visualizar el sonido. Esta mezcla pone a la audiencia en un espacio multi-sensorial donde la música se ve y la luz se puede tocar. Cada versión es diferente dictada por el espacio y la improvisación de los dos artistas que buscan romper el formato convencional de música y visuales.
‘Para Hannah’ es una pieza dedicada a la cobra real (Ophiophagus Hannah). “Lo escribí porque la primera vez, cuando escuché su siseo me sorprendió cómo sonaba el musical”.