Ponente: Bruno Bonu
Lunes 24 de Mayo 17:00 pm – 18:00 pm
Las representaciones del Sars-CoV-2 se nos han hecho desgraciadamente familiares al estar presentes en las múltiples dimensiones gráficas del mundo social. El virus se reproduce muy a menudo como un microorganismo aislado de su entorno biológico, o en su (supuesto) viaje entre especies. A menudo se coloca en la proximidad inmediata de los humanos para materializar las modalidades aéreas de transferencia en la contaminación del no humano por el vector humano a otros individuos. A partir del análisis de un vídeo con finalidad «paródica» publicado en Youtube, durante la primera pandemia en Europa (marzo de 2020), analizaremos la constitución de una modificación sustancial del fondo de los encuentros entre individuos. Lo infrainteraccional desempeña un papel constitutivo en el apuntalamiento de la copresencia de los actores y los intercambios entre individuos. De hecho, este vídeo hace sensible que cada individuo (turista, forastero, transeúnte, desconocido o conocido) se convierte en el potencial logístico de la vida cotidiana del virus (Lussaut 2020). Los análisis de Goffman (1973) sobre los encuentros entre individuos con la territorialización del espacio y las investigaciones de Lynch (1985) sobre la imagen científica, así como las de Goodwin (2013) pueden reconsiderarse con provecho, en el contexto de la iconografía pandémica.
El individuo potencialmente portador del virus puede considerarse como una entidad formada por dos (o más) poblaciones de células genéticamente distintas. Con el cuerpo humano habitado (al menos potencialmente) por Covid, se puede hablar tanto de una entidad orgánica como de una unidad social, ambas «quiméricas». Esta doble naturaleza permite concretar el cambio categórico operado sobre los individuos en el espacio. Su percepción engloba entonces esta potencial peligrosidad infecciosa generalizada.
El estudio de la iconografía de la infraestructura preinteraccional sirve, en primer lugar, para comprender mejor las profundas adaptaciones que sufren nuestras actitudes en las interacciones («Kill Greetings: Primer for a Pandemic», Mc Neill 2006) tanto en su inicio como en su desarrollo. En segundo lugar, los efectos de la pandemia en todas las escalas de la vida humana, desde los encuentros cotidianos hasta la movilidad planetaria (Lussaut 2020), no son simplemente el efecto del virus para algunos investigadores (entidad no viva, para todos los virólogos, no autónoma). Es sobre todo la aparición de estas nuevas categorías sociales «quiméricas» para referirse a los individuos lo que explica la «hiperescalada» de la pandemia. Este es uno de los efectos recientes en la actual crisis sanitaria de los mecanismos interespecíficos. Parece instalarse de forma duradera en nuestro mundo perceptivo, por lo que esta modificación merece nuestra atención analítica.