No hay dolores menores

La salud mental es un estigma, incluso si se desvincula de algún tipo de afección o enfermedad, suele abordarse desde el temor, el desconocimiento y la vergüenza. Ahora bien, si relacionamos la salud mental con la niñez, el estigma se desborda, pues, fruto de la ignorancia, la negación, el rechazo, la culpa y el silencio emergen y se arraigan tanto en contextos familiares como escolares. En Colombia de manera desafortunada, hasta hace muy poco tiempo la niñez ha empezado a figurar en los documentos oficiales, como se puede evidenciar en la Encuesta de salud mental del 2015, donde por primera vez se indaga la salud mental en niños y adolescentes entre un rango de edad de los 7 años a los 16 años. Con este escenario en mente, No hay dolores menores quiere proponer una nueva compresión de la salud mental en la niñez, específicamente de las niñas y niños habitantes del Barrio Potosí de la Localidad de Ciudad Bolívar en Bogotá, como un escenario en el cual no habitan conceptos opuestos, según los cuales padecer un determinado trastorno constituye un impedimento para que el niño/a tenga calidad de vida, o que la ausencia de un desorden diagnosticado en el niño/a indica que este/a goza de salud mental. Para esto, invitamos al visitante a vincular el grito de la Tierra y el grito de los pobres, conectando la ecología y la injusticia en un XENOpaisaje que integre la justicia social, principalmente la reducción de las desigualdades en cuanto al acceso y manejo de herramientas para el fortalecimiento y el cuidado de la salud mental en niñas y niños, en las discusiones sobre el medio ambiente. Esta invitación se materializa en una video instalación, un tríptico, que recorre los espacios vitales, tanto interiores como exteriores (en los cuales las montañas suroccidentales de Bogotá, así como el clima frío y desértico, hacen presencia) de niñas y niños de la comunidad mientras escuchamos las narraciones co creadas con ellos en talleres de escritura creativa y creación sonora.