La Isla Bonita
Los vigilantes de un edificio de clase media de Bogotá permanecen detrás del mostrador de la recepción durante un turno de doce horas al día.
Ellos, como yo, también se dedican a observar. Para ellos una labor, para mi una urgencia. Ellos obligados a registrar obligatoriamente sus observaciones en un libro (la minuta), yo a registrar las mías por medio de un artefacto (la cámara).
“La isla bonita” es una película que se despliega, en vivo, en el espacio, exponiendo en distintos ángulos, y con la presencia de distintos operadores, las “novedades” del edificio, registradas por los ojos de los celadores y por los míos.